Post de Mercedes Mosquera
La Semana Santa, desde la creencia o no, pero siempre desde el máximo respeto, es un período que conmemora la muerte y resurrección de Jesús sacando en procesión imágenes de Cristo, la Virgen y diversos santos.
El protocolo en Semana Santa
atrapa al espectador a través de emociones humanas y sentimientos a partir de
percepciones. No resulta ni lento ni aburrido. Se puede decir que protocolo es
el lenguaje “no verbal”, el conjunto de normas que, dependientes de la ley, el
sentido común y la tradición, establecen la armonía, organización y conducta de
las actividades sociales.
Un desfile procesional puede
entenderse como un “acto público no oficial”, ya que no lo organiza un
organismo oficial, o bien como un “acto privado”, ya que cualquiera no puede
ser partícipe de él, sino que requiere unos requisitos determinados propios de
cada hermandad o cofradía.
En cuanto a la ordenación del desfile procesional, lo más usual es: el estandarte que corresponda, cofradías, autoridades (diputación, militares...), cuerpo de la policía local (presidida por su Jefe y compuesta por varios policías), protección civil (presidida por su jefe y compuesta por varios voluntarios), pendón municipal, alcalde (escoltado por dos maceros), corporación municipal, trono que corresponda... sin olvidarnos de la “banda municipal” con sus trompetas heráldicas; su presencia es necesaria ya que miles de ciudadanos salen a disfrutar de las procesiones y de la música.
Ocupando, cada uno de ellos, el
lugar que corresponda en el orden de precedencias (tanto por años de servicio,
por servicios prestados, como por la importancia de su cargo). Entendiendo que
la cercanía al trono marca la importancia de la persona que desfila dentro de
una presidencia, la cofradía establecerá el orden que más pueda interesarle.
Dentro de una misma fila, el centro es el lugar de mayor relevancia,
disminuyendo hacia los extremos de derecha a izquierda. Es decir, la persona
que ocupe el lugar central tendrá máxima importancia, después la persona de su
inmediata derecha, la de su inmediata izquierda y así sucesivamente en
alternancia. En caso de ser pares, será el del centro derecha el de mayor
relevancia.
Por encima de cualquier persona,
la máxima precedencia la ocuparán las autoridades eclesiásticas. Siempre
procesionarán delante del trono. En estos actos religiosos se invierte el orden
y las personas de menor precedencia van delante y las de mayor cierran la
procesión.
El anfitrión podrá ceder uno o
dos puestos a alguno de sus invitados. En protocolo a veces, hay que ser algo flexible
con las normas establecidas. Si bien es cierto que toda autoridad debe defender
su lugar.
En Semana Santa las calles se llenan de simbología religiosa de significados no sólo espirituales, sino también históricos y culturales. Por ello, en cuanto a heráldica y simbología podemos decir que la “heráldica cofrade” como tal, no existe. Las hermandades toman como elemento significativo algún símbolo o símbolos, no pueden ser "escudos" en el sentido heráldico, son composiciones libres y sin ninguna normalización al respecto.
Los escudos de las Cofradías y
Hermandades están llenos de simbología (orígenes, órdenes religiosas o títulos
que posee, etc.). También incluyen elementos relacionados con la ciudad.
En la simbología oficial cofrade
son elementos indiscutibles las insignias o medallas (símbolo religioso), los
ramos o palmas (símbolo de victoria en el mundo antiguo), la ceniza (símbolo de
muerte), el cirio pascual (símbolo de la divinidad - simboliza a Jesús),
incienso (para purificar), los colores como por ejemplo el púrpura (simboliza
la penitencia y el duelo), el blanco (simboliza la pureza y la alegría), el
rojo (simboliza el fuego y la sangre), bastones con el escudo de la cofradía, insignias
como estandartes pequeños, estandartes, guión (bandera plegada y bordada por
una cara), estatutos, evangelios… que se
ubicarán donde la cofradía crea más conveniente.
No podemos olvidarnos de los “animales
símbolo” de la Semana Santa como son el burro (para representar la entrada
triunfal de Jesús a Jerusalén) y el gallo (cantó tras la mentira).
En cuanto a la vestimenta es muy importante la indumentaria de cofrades y público que procesionen. Se debe guardar -tanto en hombres como en mujeres- una uniformidad que de equilibrio en la imagen de conjunto de todos los participantes. Mención aparte merecen “las mantillas” de las señoras (en señal de luto).
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