Post de Inés Muñoz
Todos sabemos lo
importante que es sentirse cómodo y a gusto con uno mismo a la hora de someterse al público, ya sea en
el trabajo, en un evento especial, en un cena…
Cuando se acude a un
lugar en calidad de invitado y la invitación al evento recomienda una etiqueta
debemos cumplirla, ya sea porque estamos representando a nuestra empresa o
porque no queremos ser el centro de atención en un evento en el que no somos
protagonistas.
Cuando uno se representa
a sí mismo, como por ejemplo, cuando nos graduamos en la universidad o en el
colegio, debemos ser coherentes con nosotros mismos e ir como mejor nos
sintamos, aunque siempre sometiéndonos a que se hable de nosotros como le pasó
a este chico que se graduaba y al que
una periodista le dedicó este artículo
en la Voz de Galicia:
Este chico sintió la necesidad de no perder su
esencia, rodeado de compañeros que, según comenta la periodista en el artículo,
acudieron todos vestidos igual. Es cuestión de gustos…
Otra noticia que me llamó
la atención es la de una niña que ganó un concurso de princesas vestida de
perrito caliente:
A su vez hay empresas que
se diferencian por su estilo juvenil, es decir, la vestimenta de sus empleados
es todo lo contrario a lo que estamos acostumbrados. Si nos vamos a Ibiza por
ejemplo, hay dos hoteles, Ushüaia y Hard Rock en los que sus empleados visten
en pantalones cortos y están tatuados de pies a cabeza.
Para terminar lanzo una
pregunta: ¿Dónde están los límites en la etiqueta?
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