El pasado sábado volvimos a tener
clase con el profesor Juan de Dios Orozco, militar que lleva años ligado a la
enseñanza y todo un experto en protocolo. Con él descubrimos la importancia del
protocolo internacional y de muchos otros aspectos del día a día que seguro
pondremos en práctica. Juan de Dios
comenzó describiendo el protocolo como “un conjunto de normas que contribuyen
al éxito de las relaciones políticas, diplomáticas, empresariales y sociales” y
que sirve para “sentirnos y hacer sentir cómodos a los demás en cualquier
ambiente, por exigente que este sea”. Además resaltó que las dos premisas
fundamentales del protocolo son la sencillez y el sentido común, señalando una
vez más la frase “menos es más”.
Orozco insistió, entre
muchas otras cosas, en la necesidad de saber la distancia que debe existir entre
el anfitrión y los invitados; además volvió a hacer especial hincapié en la
importancia de la derecha que es sin duda el lugar más relevante; por este
motivo cedemos la derecha a las personas importantes, a las que queremos
distinguir.
El sábado aprendimos también que
a los actos llegan siempre en primer lugar los menos importantes y que quienes
se marchan primero son las personas más relevantes. El anfitrión, por supuesto,
llega siempre primero.
Además, ese mismo día, pudimos
descubrir la importancia que tiene el número 8 en protocolo y es que 8 son los
segundos que un premiado debe estar sobre un escenario expuesto a un
aplauso, 8 son los segundos, también,
que debe durar un apretón de manos y, cómo no, 8 es el número ideal de
comensales en una mesa.
El profesor nos
habló así mismo, entre otras muchas cosas, de la importancia de la puntualidad
en la vida en general pero también en los negocios. Claro y tajante afirmó “en los negocios no existe la falta de
puntualidad” y aconsejó evitar siempre
ciertos temas en las reuniones de negocios de ambientes multiculturales tales
como política, religión, costumbres, sexualidad, la familia o nuestra propia
empresa.
Las cuatro horas de clase dieron
para aprender mucho, conocer de primera mano numerosas anécdotas, pero sobre
todo para ser conscientes de la relevancia que tiene el protocolo en todos los aspectos
de la vida. Tanto es así que son muchos los políticos, ejecutivos o altos
cargos que hoy en día reciben clases de protocolo para saber, entre otras
cosas, comportarse en público y es que los pequeños detalles cada día importan
más. Por ello, sin ninguna duda, me quedo de estas horas con la importancia del
gesto y de cómo el poder de éste reside
en una sonrisa sincera, ya que es uno de los pocos guiños que en todas las
culturas tienen una interpretación positiva. Y es que cuando nos sonríen todo
parece más sencillo y cercano; ¿Cuántas veces protestamos porque nos contestan
de mala gana o con poca amabilidad? o sencillamente pensamos para nosotros
¿tanto le costaría sonreír? Ya lo decía Shakespeare “más batallas se han ganado
con la sonrisa que con la espada”.
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