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6 mar 2016

La caja

Protocolo, Comunicación, Imagen Corporativa. Universidad de A Coruña


Post de Jorge López López

Hace años que la observo. Ella no sabe nada, pero hoy la vi y la tuve en mis manos. Llevaba años contemplándola, en silencio. Había visto fotos de quién  la comercia y de quién ya la tenía. Todos sonreían. He pensado mucho en ella.
La había visto muchas veces a través del cristal de la pantalla. Había tenido que hacer esfuerzos y cambios para conseguirla, pero hoy la tengo. Ya es mía.
Me habían dicho algunos que era muy cara. Otros que no la necesitaba, que nunca la iba a usar. Que no era para mí. Que a mis años ya era tarde.
Solamente mi mujer me dijo que si la quería, la comprase. Que yo sabría darle uso. Que los tiempos cambian, que uno nunca sabe....  Por todo eso la compré y ahora ya la tengo.
Es mi caja. Una caja vacía.
Con mi caja, mis miedos, muchas dudas e ilusiones, me presenté el día 4 de marzo de 2016 en la Facultad de Ciencias de la Comunicación.
La primera impresión no fue buena. Al final del pasillo el Aula 2, vacía. Volví sobre mis pasos y pregunté a dos chicas sentadas en un banco. Ellas estaban allí por lo mismo. Seguramente no traían caja, pero seguro que también tenían dudas y temores. Hablaban entre sí, ya eran cómplices o amigas. Su respuesta con sonrisa fue un respiro para mí.
A los pocos minutos salió del aula, que yo creía vacía, una mujer. Sonriente, amable y segura nos invitó a entrar. Apareció más gente, la cual fue entrando lentamente, acomodándose en el gallinero tal como dijo la mujer, que efectivamente  resultó ser nuestra primera ponente: Olga Casal.
Acto seguido, todos sentados. La puerta del aula se cerró y tras unos breves minutos de introducción y presentaciones, la caja que tanto había deseado se abrió.
Con mucho temor todavía, apenas dije palabra. Mi atención se centraba en la ponente que nos contaba el temario de cajón. Aderezaba el discurso con múltiples anécdotas de su experiencia profesional. Su evidente dominio total de los temas me tranquilizó. Me sentí bien, seguro, al comprobar que mi caja y yo nos encontrábamos en el sitio justo y en el momento preciso.

Esa tarde, mi caja, que sólo existe en el vacío reverberante de mi cerebro, comenzó a llenarse. 

Protocolo, Comunicación, Imagen Corporativa. Universidad de A Coruña

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