Post de Paula Romero
Hay
determinados gestos en nuestras vidas -gestos relacionados con el protocolo- que por tener tan interiorizados y normalizados, no nos hemos parado a
pensar de dónde provienen. Las normas protocolarias no tienen más origen que acontecimientos
que marcaron su desarrollo con el paso de los años, que se
fueron integrando como parte de las costumbres hasta llegar a ser la forma más
adecuada para demostrar educación en los diferentes actos sociales y
ceremoniales.
Si
echamos un vistazo al pasado, veremos que los gestos de saludos o los
recibimientos, entendidos hoy en día como normas protocolarias, guardan
relación con la paz, con el respeto o con la confianza. Os muestro algunos
ejemplos. En los países árabes, por ejemplo, se recibe a los invitados con un
ceremonial que consiste en ofrecer leche y dátiles, que simbolizan buena
intención y amistad. Este ritual continúa vivo en las ceremonias nupciales por
ejemplo, en las que se ofrece a los novios un vaso de leche como símbolo de
felicidad y un plato de dátiles como símbolo de prosperidad y fortuna.
En
el protocolo militar, las salvas son otro ejemplo. Según los anglosajones, el
saludo al cañón tiene su origen en torno a los siglos XVI y XVII, y consistía
en descargar la artillería ante el buque o fuerte objeto del saludo en señal de
desarme, demostrando la ausencia de intenciones hostiles. Por otro lado, esta
explicación proviene de una tradición mediterránea más antigua, que trata de
festejar los acontecimientos armando el mayor ruido posible. Esta demostración
se prolongó tanto en el tiempo que se transformó en una costumbre que se sigue
practicando hoy en día en señal de bienvenida, saludo o conmemoración de
grandes acontecimientos.
Otro
ejemplo lo encontramos en la costumbre de dar la mano como saludo. En la
antigua Grecia, cuando dos personas se encontraban, primero sacaban la daga
para ver la reacción del contrario y si no se insinuaba intención de atacar, se
acercaban y, en lugar de darse la mano, se agarraban de la muñeca derecha en
señal de que no se apuñalarían a traición. En Japón, sin embargo, las reverencias,
más que una forma de saludar, son una forma de respeto. Su significado real es
el de poner la parte más débil del cuerpo en manos del contrario, en señal de
confianza y de respeto hacia la otra persona.
Curioso,
¿verdad? Ahora la pregunta es… ¿seguirán teniendo el mismo significado en el
futuro?
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