Post de Iris Martínez
¡¡Por favor, al escenario no!!
Eso mismo pensé yo con mis recién
cumplidos catorce años cuando mi profesora de lengua me comunicó que, tras
ganar un certamen literario en mi instituto, debía subirme a aquel escenario
enorme del salón de actos y leer delante de todos mis compañeros el relato que
hasta ese momento creía que me había llevado al estrellato. “Pero.. ¿y qué
hago?” – “Nada, no te preocupes, subes, lees y punto”. Esa fue toda la
recomendación que recibí por parte de aquella mujer, de cuyo nombre no quiero
acordarme.
Desde entonces me ha costado bastante
subirme a cualquier escenario, tarima o estrado a leer, hablar o comunicar sobre
algo.
¿Qué quiero decir con esto? Que no somos
conscientes de hasta qué punto es necesario (imprescindible) saber comunicar en
público. Cuando lo hacemos estamos dando una imagen de nosotros mismos o de
nuestra empresa. Ponemos en tela de juicio nuestra reputación o la de nuestra
marca.
La profesora y experta en oratoria Mar
Castro, nos dio en sus clases tres claves principales a seguir para superar ese
miedo o temor a hablar el público; “paso número uno: yo quiero hablar en
público, no me siento obligado. Paso número dos: me documento, estudio y me
formo sobre el tema del que voy a hablar. Y, por último, paso número tres
: me preparo, practico y ensayo todo lo
que pueda la ponencia”.
Además de estas tres bases que marcan el
camino a un mayor control de la oratoria, Mar, insistió mucho en la
comunicación no verbal. “La sonrisa, la sonrisa y la sonrisa. Ah, ¡y no os
olvidéis de sonreír!” Yo ya era conocedora del poder de este gesto que no todos
nosotros controlamos como debiéramos, pero afirmé mis creencias al ver a
nuestra profesora sonriéndonos sin cesar durante las doce horas de clase. Una
sonrisa, además de tapar nuestras inseguridades, acercará al público a
nosotros, nos convertirá en alguien más cercano, más amable.
Cuando yo me subí al escenario del
instituto, delante de todos mis compañeros dudo que haya sonreído. En cuanto a
los tres pasos claves, cumplir, lo que se dice cumplir, únicamente el segundo y
porque yo era quien había escrito aquel relato fantástico.
Ahora, echando la vista hacia atrás, y
hacia delante a la vez, me doy cuenta de
lo mucho que me queda por trabajar en la oratoria y en el miedo que me sigue
dando alzarme a hablar delante de un grupo de personas.
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