Post de Laura Caballero
El cuerpo humano transmite
información sensible sobre nuestra personalidad, nuestros sentimientos o
intenciones constantemente. Y, la mayor parte de las veces, ni nosotros mismos
somos conscientes. El lenguaje corporal puede revelar tanta o más información
que las propias palabras. Incluso cuando estamos quietos o en silencio seguimos
comunicándonos. El lenguaje no verbal tiene componentes innatos, factores
imitativos y elementos aprendidos. Los signos no verbales se utilizan de forma
activa para comunicar e informar y, de forma pasiva, empleados por el emisor
inconscientemente, lo que no evita que el receptor capte el significado de las
señales emitidas. Los matices culturales son de gran importancia en el lenguaje
corporal ya que una buena parte de ellos depende del entorno en el que nos
hayamos criado.
La conducta no verbal se expresa
principalmente a través de siete canales que, junto al discurso verbal,
conforman la comunicación:
- Las expresiones faciales: son el indicador emocional más potente y lo primero en lo que centramos nuestra atención al interactuar.
- Los gestos: es necesario saber interpretarlos, ya que son una de las partes de la comunicación no verbal con mayor componente cultural.
- Las posturas: expresan básicamente el grado de interés y apertura hacia los demás, reflejados en la exposición y orientación del torso.
- La apariencia: por más que intentemos alejarnos de los estereotipos, la apariencia sigue siendo la principal fuente de información a la hora de crear una primera impresión sobre alguien.
- La háptica: define el estudio científico del tacto y su influencia en la forma de relacionarnos; también juega un papel importante. El contacto físico tiene un marcado componente cultural. Por ejemplo, en los países latinos y árabes es mucho mayor que en ciertos países orientales, como Japón.
- La proxémica: el uso del espacio en la interacción. Es el canal más directo del lenguaje corporal a la hora de mostrarnos cercanos o distantes.
- El paralenguaje: el volumen, tono o velocidad de nuestra voz pueden decir mucho más que las propias palabras.
Todo esto deja de manifiesto que
la conducta no verbal, los sentimientos y el inconsciente manejan a su antojo
nuestra forma de comunicarnos y van por ahí controlando todo sobre nosotros. En
ocasiones, nuestro lenguaje corporal puede estar enviándole al receptor el
mensaje opuesto al que estamos comunicando con
nuestras palabras. En definitiva, nuestros gestos, expresiones y
posturas pueden jugarnos una mala pasada si no somos capaces de dominarlos.
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