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9 mar 2016

La escenografía como elemento de comunicación

Protocolo, Comunicación e Imagen Corporativa. Universidad de A Coruña

Post de Samuel Pereiro

Un acto, ya sea de carácter interno o externo, tiene siempre un objetivo comunicacional dirigido hacia un público muy segmentado. Es la forma más clara y efectiva de comunicar. El éxito de un buen evento no depende solamente de hacer un espectáculo grandioso y extraordinario. Lo fundamental es que corresponda a las necesidades de la empresa o institución y a sus planteamientos. También se valora la aportación de algo distinto, que llame la atención con creatividad y eficacia. Esta es una de las ideas principales que se puede extraer de la última lección del pasado sábado y que me da pie a hacer una reflexión teórico – práctica acerca de este tema.

Hace apenas dos años tuve la oportunidad de asistir a uno de los mayores eventos que se pueden llevar a cabo hoy en día en materia de espectáculo orientado a un público joven. En el salón de actos de mi antigua facultad se realizó una edición del programa You: no te pierdas nada de los 40 principales. Dicho evento se organizó con todo lujo de detalles semanas antes: operarios montando photocalls, sofás en forma de corazón de color rojo, una gran alfombra roja, acreditaciones, carteles por todo el campus y demás elementos. Según la Real Academia, la escenografía responde esencialmente a estas cuestiones pero también se hace extensible al protocolo de invitaciones, entradas al recinto, marketing y señales direccionales. Todo esto… faltó. Lejos de ser una crítica (que también se puede leer así) es una manera de comprobar lo que no se debe hacer (o lo que se debería hacer en los eventos). Se congregó mucha gente, los accesos no estaban preparados para discapacitados y los puntos de control eran escasos. La puesta en escena y el mensaje empresarial quedó sumamente claro (la radio estaba patente ya que se hacía en directo por streaming) pero la “obra teatral” se les fue de las manos. La planificación fue muy larga pero la ejecución también. Y todos los fotógrafos, tiros de cámaras, micrófonos y escenario hacían el salón diminuto. En el aspecto de proyección de producto acertó de pleno pero probablemente no se necesitaba tanto.

En otro orden de cosas, dejando atrás la organización de eventos, en este caso la sensación de limpieza no estaba muy clara. Haciendo un símil con las vías de escape que pudimos ver en la Plaza de San Pedro y salvando las distancias, las escapatorias para salir y entrar no eran muy espaciosas. Probablemente el evento se comió al escenario aunque fuese fantástico.


Quiero terminar con el marketing emocional. La escenografía para las personas que poseen memoria eidética es sumamente útil y los intangibles se multiplican. Efectivamente provocó en el espectador placer y una vivencia ciertamente única que se recuerda. En este caso, el sentido de la vista y el oído fueron absolutamente claves para que todo el mundo reaccionara, lo último que se espera es la indiferencia. Para el que suscribe, este evento aún le huele a fenómeno irrepetible. 

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