Crónica de Cristina Redruello
Aún en contra de las indicaciones de Mar Castro, siendo conocedora
del error que voy a cometer, algo me impulsa a manifestar el miedo que me causa
escribir estas líneas, sobre todo tras haber recibido la clase referente a la
comunicación escrita de la mano de Olga Casal. La presión es intensa, pero no
puedo eludir esta responsabilidad como alumna, por lo que me dispongo a hacerlo
de la mejor manera que sé.
Daba comienzo nuestra tercera sesión con Mar Castro. En este
caso correspondía atender al protocolo social. Esta aproximación a dicha
materia reforzó muchas de las ideas que anteriormente la profesora nos había
transmitidos en sus otras clases. La importancia de la sonrisa es algo que a
estas alturas no creo que nadie pueda cuestionar, no se pierde nada y se gana
mucho, por lo tanto es una apuesta segura.
Comenzó la presentación introduciéndonos en los orígenes del
protocolo social, que, como no podía ser de otra manera, se remontan al mundo
antiguo, desde que el ser humano tiene sentido de la sociabilidad, existen
pautas de comportamiento en cuanto a nuestra relación con los demás. Nos hizo
referencia a momentos clave de la historia del protocolo social el saber estar
y la urbanidad. Lo que debemos tener claro es que no hablamos de normas
estrictas e inflexibles y que hay que tener siempre en cuenta el contexto en el
que nos encontramos y aplicar sobre todo el sentido común.
Debemos entender el protocolo como una herramienta que hace
que nos sintamos más cómodos, más seguros, por el hecho de saber cómo debemos actuar
o cómo se espera que lo hagamos y a su vez hacer que los demás experimenten la
misma sensación. A lo largo de la clase fuimos desgranando los diferentes
puntos a tener en cuenta.
Evidentemente, y como nos recordaba Mar, es imposible abordar
en profundidad todo lo relativo a esta materia en un puñado de horas, siendo
esta objeto de numeroso y extensos estudios. Pero lo que sí es posible, y de
hecho así fue, es ofrecernos unas pinceladas y abrirnos los ojos ante aspectos
importantes que nos afectan en nuestras relaciones sociales diarias, y que
muchas veces, incluso resultando obvias, descuidamos o infravaloramos sin ser
realmente conscientes de cuánto nos perjudica.
En este recorrido la profesora fue tratando diversos puntos,
desde aspectos de la urbanidad como por ejemplo cuándo ceder el paso o cuándo
se puede fumar en una comida. Como no podía ser de otra manera, también hizo
alusión al uso de palabras malsonantes, algo de lo que muchos abusamos
indebidamente y de modo injustificado, empobreciendo nuestro lenguaje y
arriesgándonos a dar una imagen distorsionada de lo que somos, o cuando menos,
de lo que creemos ser.
Otro apartado que expuso fue aquel referente a las presentaciones,
saludos, despedidas y también a los tratamientos. A casi nadie se le escapa la importancia
que tiene la primera impresión, de hecho muchos afirman que es imposible causar
una segunda primera buena impresión, pero Mar nos tranquilizó argumentando que
sí se puede modificar esa primera imagen que ofrecemos a los demás, convencida de
que, aun siendo una dura tarea y requiriendo mucho esfuerzo, es posible; de
todas formas, mejor no arriesguemos y procuremos hacer las cosas bien desde el
principio.
Nos ofreció también instrucciones para realizar un correcto
saludo a la Familia Real, ya que nunca sabe uno lo que la vida le tiene
preparado y además estoy segura que, por la impresión que le debimos causar,
supo ver enseguida que pronto nos encontraremos en semejantes circunstancias.
Sea como fuere, el saber no ocupa lugar.
Llegando al final de esta tercera y última clase con Mar Castro,
tocaba hablar acerca de los encuentros sociales, comentando el papel del
anfitrión, aspectos en torno a las visitas, y también hubo tiempo para hacer
referencia a los regalos, tema por el cual se inició algún que otro debate de
esos con los que tanto disfrutamos, al menos yo. Como aplicación personal procuraré
proporcionar alguna actividad alternativa cuando invite a mis amigos a una
noche de futbol en mi casa, aunque debo confesar que lo haré más por egoísmo
que por empatía, como recurso para poder así disuadir a los que osen entorpecer
el motivo principal de la quedada. Además, por supuesto, aprendí que debería
visitar con más frecuencia el túnel de lavado.
Esta clase invita a la reflexión, ya que, como comentaba anteriormente,
muchas veces no somos conscientes de la importancia que tienen detalles de
nuestro día a día que afectan a nuestras relaciones sociales, actuamos de forma
automática adquiriendo vicios y malos hábitos perfectamente remediables si le
prestamos la atención que merecen. Pero para ello lo fundamental, como ya nos
había advertido al inicio de la primera sesión, es QUERER y estar predispuesto,
si no es difícil alcanzar los objetivos.
Debemos cuidar todos estos aspectos, para que lo que somos
se corresponda con lo que creemos que somos y lo que los demás creen que somos,
para así, finalmente, SER.
Finalmente, si Olga me permite hacer un uso dudosamente
apropiado de estas últimas líneas del comentario, me gustaría aprovechar la
ocasión para agradecer a la gente que hizo posible este postgrado. En primer
lugar a la propia Olga Casal, a todos los docentes que compartieron con
nosotros sus conocimientos a lo largo de estos meses, a la UDC y muy
especialmente a mis compañeros, que no voy a decir que sin ellos no sería
posible llevar a cabo este postgrado, ya que sería faltar a la verdad y un halago
desmesurado a la par que ridículo, pero sí les diré que con su presencia mi
experiencia fue mucho más gratificante y enriquecedora; y desde aquí hago un
llamamiento para recuperar el tiempo perdido, ya que, al menos en mi caso, ya habíamos
atravesado el ecuador del curso cuando empecé a disfrutar realmente de vuestra compañía
y sacarle el máximo partido a esta experiencia, por tanto espero que este
sábado signifique sólo un punto y coma en nuestra relación.
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