Crónica de Jennifer Bermúdez
El pasado sábado Olga Casal comenzó su clase proponiéndonos
la siguiente reflexión: “¿Cuántas veces escribimos al día?” Innumerables,
¿verdad? Una acción tan rutinaria como involuntaria, en la que muchísimas veces
descuidamos, casi sin darnos cuenta, aspectos básicos como la ortografía, la
puntuación o la redacción.
La comunicación escrita es una herramienta básica, no sólo de
como herramienta de trabajo, sino como marca personal. Por ejemplo, la carta de
presentación que remitimos junto con nuestro currículum es la primera imagen
que llega de nosotros a una empresa. Lo mismo ocurre con las invitaciones, que son
la primera impresión que nuestro evento causa en los invitados, y en muchos
casos condicionan la asistencia al mismo por lo que su elaboración es un paso
fundamental en la organización del evento.
Por ello, nuestra querida Olga nos dio una serie de recomendaciones
a la hora de elaborar cartas, e-mails, saludas e invitaciones dándonos unas
pautas de diseño y de redacción.
Y como en toda buena enseñanza que se precie, además de la parte
teórica tuvimos parte práctica que consistía en un ejercicio grupal de elaboración
de dos modelos de cartas:
1. Carta personal a la empresa anunciando la baja voluntaria
y haciendo alusión a los motivos.
2. Carta a una autoridad solicitando una cita para exponer
un proyecto del que se hará una breve presentación.
Sin lugar a dudas, un magnífico ejercicio para darnos cuenta
de que esta tarea de apariencia sencilla no es tan fácil como parece; y es que
como hemos visto en numerosas ocasiones a lo largo de este Postgrado, debemos
de prestar atención a los pequeños detalles. Y mucho más todavía en el ámbito
profesional, donde nuestros argumentos escritos deberán ser defendibles
siempre.
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