Crónica: Igor Gonzalo Sanz
Solemnidad, orden, elegancia, normas y modales son pilares
que te esperas cuando un coronel se dispone a comenzar la tercera jornada de un
postgrado como este, de Protocolo, Comunicación e Imagen corporativa. José F.
Navas ya nos había ganado a todos en su primera clase con su ‘tuteo’. También
nos había dejado con ganas. Ganas de más. Y llegó esta nueva oportunidad de
absorber todo el saber de alguien con experiencia en lo que enseña.
Nos perdimos en un denso y apasionado mundo de símbolos,
tradiciones, significados y ceremoniales militares que nos diferencian a la vez
que nos unen. Soñamos despiertos que organizábamos una recepción del más alto
nivel militar. Y cada lugar correspondía a un invitado. Incluso S.M. El Rey
acudía al evento. Entonces tronaban los cañones y se escuchaba un ‘¡Viva
España!’ tras otro. ¡Hasta 7 ‘vivas’ y 21 cañonazos!
Todos aprendimos lo más complejo. Pero también lo más básico:
cómo saludar a nuestra bandera. La de todos. La que nos une. Entramos al
ropero. Y allí comprendimos el significado de cada galón, cada pasador y el
color de cada parte del uniforme militar. Vimos desfilar a los Cuerpos de
Tierra, Mar y Aire. Y no pudimos evitar saludar a la mascota de La Legión.
Hubo mucho de valores cívicos. También de orden y elegancia.
No faltó ni una pizca de modales. Pero de lo que hubo mucho fue de buenos
consejos y de humanidad. Gracias Pepe. Sobre todo, por esa humanidad. Gracias
por la frase con la que cierro esta crónica. Una frase que me repito, desde el
día de tu clase, cada mañana (aunque no a las 8), antes de poner el primer pie
sobre la alfombra: “Igor; y a ti ¿Quién te ha plegado hoy el paracaídas?”.
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